Cuánta razón tuvo Einstein (citado por Román, 2012) al decir que “Marie Curie, de todos los seres humanos célebres, es la única a quien la fama no ha corrompido” (p. 59). Y es que el otoño del año 1876, recibió en este mundo, el día 7 de noviembre a la científica María Salomea Skłodowski, conocida como Marie Curie. Mujer disciplinada, resiliente y con profundo amor a su patria, a la ciencia y a su familia.
Última hija del matrimonio conformado por Władysław Skłodowski, hombre de ciencia que se desempeñó como profesor de física y matemática, y Bronisława Boguska, una ferviente católica, y pianista. Ambos esposos traspasaron a su familia el amor por la ciencia, la educación y su patria Polonia, que se encontraba bajo el dominio ruso, siendo incluso prohibida la propagación de la cultura e idioma polaco.
Su primera gran pérdida la vivió Marie Curie en el año 1877, cuando, a causa de tuberculosis, muere su madre, dejando en ella una huella llena de dolor y tristeza. No obstante, y como mujer resiliente, supo aprovechar la educación entregada por su padre, y a los 15 años, recibió su primera medalla de oro al graduarse en 1882 de la escuela secundaria. No la aceptaron en la educación superior por ser mujer, por eso estudió en una institución patriótica de educación superior que admitía mujeres estudiantes.
Dada la gran carga que supuso el esfuerzo académico, decide en 1883, pasar un año de descanso junto a su tío Boguski, durante el cual tan sólo se le permitió continuar aprendiendo francés, sin saber que Francia sería su segundo hogar, donde, además, conformaría su familia.
Al regresar en 1884, inicia a trabajar dando clases particulares, con el fin de ser un aporte económico en su hogar, siendo de gran ayuda para su padre y hermanos. De acuerdo con Román (2012), “a los dieciséis años, María y su hermana (…), pactaron estudiar las dos en La Soborna” (p.51). La Soborna, era una de las universidades más antiguas del medioevo fundada en el año 1150, y en noviembre de 1891 Marie Curie se matriculó en la Diplomatura de Físicas, y es entonces, cuando a su vez, decide cambiar su nombre a Marie.
Naturalmente, Marie Curie, encontró el amor por la ciencia durante sus estudios en La Soborna, logrando titularse en el año 1893 en Física y obteniendo el primer lugar no sólo a nivel académico, sino también, en el corazón del joven Pierre Curie, a quien conoce al año siguiente. Durante el año 1893, logra emplearse en el laboratorio del profesor Gabriel Lippman y adicionalmente obtener beca en reconocimiento a su labor académica.
Pero, ¿quién fue Pierre Curie en la vida de Marie? Fue el físico francés que amó y entendió profundamente a Marie en su amor por la ciencia y por la verdad. No en vano, ella misma relató, según Román (2012) que “El hecho de que Pierre comprenda lo que significa la ciencia para mí me llega al alma mucho más que cualquier conversación amorosa” (p.53). Sin duda alguna, que aquella pareja reflejó en sí misma el amor por la ciencia y el amor por la verdad. Un ejemplo vivo de esto se reflejó en el año 1903, cuando su esposo se negó a recibir el Premio Nobel si ni se incluía también a su esposa (Marie Curie). Rompiendo de esta manera y en conjunto los estereotipos de género en la ciencia y la sociedad en los inicios del siglo XX y obteniendo su primer Premio Nobel en Física en 1903.
Sin embargo, Marie Curie, no sólo fue esposa y científica, sino que fue madre de dos hijas, la primera fue llamada Irene, quien siguió los pasos científicos de su madre y padre. Su segunda hija, Eve Denisse, heredó la pasión por el piano de su abuela materna y además se convirtió en escritora y periodista.
Durante el periodo de 1897 a 1904, Marie Curie, desarrolló su vida como madre, estudiante doctoral, científica, profesora y esposa. Trabajó en conjunto con su esposo en el estudio de radioactividad, cosa que los llevó, el 18 de julio de 1898, a anunciar el descubrimiento del polonio (elemento químico) llamado así en honor a su amada Polonia que aún se encontraba bajo el dominio ruso.
Hasta entonces, el esforzado camino de Marie Curie estuvo acompañado del amor, descubrimiento y reconocimientos, pero para la primavera de 1906, el corazón de Marie Curie y de sus hijas, se revestirían de invierno, cuando en la mañana del 19 de abril, su amigo, colega, amor y esposo muere accidentalmente, lo que abrió un periodo grisáceo en la vida de Marie Curie.
Desde entonces, tuvo que hacer frente a las dificultades sociales que suponía ser una madre viuda, con dos hijas pequeñas. Rechazó tajantemente la pensión por viudez, ya que a sus 39 años aún tenía mucho que ofrecer. A esto se sumó, la oportunidad de tomar el puesto que había dejado su esposo en La Soborna, dando un paso más hacia el quiebre de estructuras sociales, pues se convirtió en la primera mujer profesora de dicha universidad en la cátedra de Física General. Y tan sólo permitió la ayuda constante de su suegro Eugene Curie, quien lamentablemente falleció en febrero de 1910.
Ser mujer científica a inicios del siglo XX no era asunto sencillo, y el año 1911 fue muy fuerte para ella, en primer lugar, por ser rechazada para un puesto en la Academia de Ciencias de Francia, y, en segundo, por recibir en solitario su segundo Premio Nobel, esta vez en Química, que reconocía, según Román (2012) “su aporte en el avance de la Química con los descubrimientos de los elementos Radio y Polonio” (p.55).
Pero ¿por qué Einstein se refería a Marie Curie como una persona nada corrompible por la fama? Esto se debió a que durante su desarrollo como científica en compañía de su esposo, no quisieron “vender” sus descubrimientos científicos por una fortuna económica que hubieran podido heredar sus hijas. Además, durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, mostró el amor hacia el servicio para el prójimo, pues junto a su hija Irene, formaron enfermeras y expertos para el manejo de las unidades radiológicas que permitió salvar muchas vidas humanas en juego en medio de la guerra.
Durante sus últimos 20 años de vida, siguió rompiendo las barreras sociales en la ciencia, logrando ser la primera mujer, en participar en 1927, según Román (2012) “en el V Congreso Solvay, que se considera la reunión científica más importante de la Historia de la Ciencia” (p.56).
No obstante, aquella mujer que rompió paradigmas, que amó la ciencia, la verdad y a su familia, cerró para siempre sus ojos, el 4 de julio de 1934, en Francia. Lo anterior, debido a una leucemia, causada por la acción de la radiación, irónicamente el tema que abordó durante su vida como científica. Pero el cerrar sus ojos al mundo, no hizo que el mundo los cerrara para ella, y décadas más tarde, específicamente en el año 1995, durante la primavera, sus restos y los de su esposo, de acuerdo con Román (2012) “fueron trasladados al Panteón de Hombres Ilustres de París (…) Marie Curie es la única mujer enterrada en este Panteón por sus propios méritos” (p.57).
Marie Curie, el ferviente ejemplo del amor por la verdad, por la ciencia, el pensamiento crítico y amor al prójimo.
Fuentes citada
Román, P. (2012). Marie Curie: Ciencia y humanidad. ConCiencias. digital. 9.
https://www.researchgate.net/publication/285181406_Marie_Curie_Ciencia_y_humanidad